El 3 de julio de 1883, la señora Julie Löwy trajo al mundo al que unos años más tarde sería el célebre padre de Gregorio Samsa, un viajante de comercio que se acostó siendo humano y tras un sueño intranquilo, despertó convertido en un monstruoso insecto. Sus innumerables y escuálidas patitas se le movían descontroladas mientras él trataba de bajar de la cama con gran esfuerzo. Un esfuerzo titánico si consideramos que despertó acostado sobre su abombada espalda. Pobre Gregorio, cuánta angustia y desesperación vivió al darse cuenta de que había perdido el tren que lo llevaría al trabajo y al descubrir que de su boca no salían palabras, sino unos incomprensibles ruidos, más propios de un animal que de un vendedor de telas. Y eso no era lo peor.
La historia sigue y se llama La metamorfosis, uno de los relatos más célebres de Franz Kafka. Festejemos pues los 130 años de su nacimiento leyéndolo. No se van a arrepentir.
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