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Paco de Lucía en Fez, 2013. Foto: Celia de Coca |
La flaca se paseaba por la blanca y cálida arena del caribe mexicano. El mar iba y venía, la acariciaba. Y de pronto, observó a un hombre que jugaba con sus hijos. Lo reconoció. Decidió que lo quería para ella, reconoció sus dedos ágiles y su grandísimo talento musical. No lo dejó ni siquiera despedirse, ni llevarse con él a su adorada guitarra. Se lo llevó así, de pronto, sin avisar. Su guitarra se ha quedado muda, vacía y sola. En silencio y sin voz, llora ella. Llora la música. Lloramos todos. Estamos de luto y damos un sentido adiós al extraordinario guitarrista Paco de Lucía.
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