domingo, 8 de septiembre de 2013

Keith Moon

Keystone/Hulton Archive, Getty Images
Ayer, 7 de septiembre, se cumplieron 35 años de la muerte de Keith Moon, considerado uno de los mejores bateristas en el mundo del rock. También famoso por sus múltiples y ruidosos, muy ruidosos, escándalos, pues además de ser amante de todo tipo de sustancias, incluido el alcohol, era fanático de los explosivos. Empezó con pequeños petardos de pólvora hasta que descubrió el grandioso poder de la dinamita. Rey de porcelana que estuviera en su hotel, rey de porcelana que volaba por los aires en múltiples pedacitos. Gustaba de tirar televisores por las ventanas y según diversas fuentes, en la celebración de su cumpleaños 20 (el dijo que eran 21 para poder beber a gusto), la fiesta terminó con su automóvil nadando en la piscina del hotel y su sonrisa sin un diente. Las versiones de tal acontecimiento se contradicen, no nos extraña, pues toda la concurrencia había consumido de todo y de manera abundante. Los hoteles, como era de esperar, le vetaron la entrada a toda la banda de manera indefinida. Una banda extraordinaria, por cierto. Su nombre: The Who. A la muerte de Moon, no volvieron a sonar nunca igual. Dicen los entendidos que su manera de tocar era extraordinaria, no necesitaba ensayar, su ritmo era frenético, era rápido y, sobre todo, preciso. Aunque no siempre, una vez tuvo la osadía de tomar un tranquilizante (algunos dicen que para caballos) -regado con abundante brandy- antes de empezar un concierto en San Francisco y, evidentemente, se desmayó en plena actuación. Consiguió volver al cabo de media hora, para volver a desvanecerse y salir de aguilita del escenario, sujetado por sus compañeros. Pete Townshend, pidió al público si había entre ellos algún baterista que pudiera echarles una mano, más bien las dos, lo que le dio a un fan de 19 años, Scot Halpin, sus, literalmente, 15 minutos de fama.



Moon the Loon (Moon el Loco, como le apodaban) fue la fuente de inspiración para el encantador monigote de Los Muppets, Animal. Dando rienda suelta a nuestra imaginación podríamos sustituir uno por otro y nadie se daría cuenta del intercambio. 





En 1978 Keith estaba batallando contra su adicción al alcohol. Un médico le recomendó unas pastillas (Clometiazol), debía tomar una cuando tuviera ganas de beber y no debía tomar más de tres en un sólo día. Se ve que las ganas que tenía eran terribles y la abstinencia era imposible de soportar, pues al momento de su muerte, se había tomado nada más y nada menos que una muy generosa dosis de 32 píldoras. Bastaron cuatro pastillas para matarlo, las otras 26 aún no se habían disuelto en su organismo cuando le hicieron la autopsia. 
Keith murió en el número 12 del 9 de Curzon Place en Mayfair, Londres, en la misma habitación y en la misma cama, en la que cuatro años antes había muerto de un infarto, Cass Elliot (Mama Cass, fundadora del grupo The Mamas & The Papas) y a la misma edad, 32 años. 

Who are you fue el último álbum de la banda en el que participó y fue grabado dos semanas antes de su muerte. 



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