miércoles, 20 de marzo de 2013

Ota Benga

Ota Benga en el zoológico del Bronx, 1906. Autor desconocido.
La tarde del 20 de marzo de 1916, Ota Benga se vistió con esas ropas tan raras que usan los salvajes occidentales. Salió de casa, caminó por las calles de Virginia y robó una pistola.

Benga tenía 33 años, era un hombre de cuerpo pequeñito -no llegaba al metro y medio de altura-, su piel era oscura, brillante y hermosa; curtida en la lejana tierra donde había nacido y donde había vivido la mayor parte de su existencia. Amaba ese bosque tropical y lo añoraba con lo más profundo de sus maltrechas entrañas. Pertenecía a la tribu Batwa, con la que había aprendido a cazar y a recolectar siguiendo el sabio ciclo de la naturaleza, hablaba bantú y le gustaba mucho cantar. Tenía mujer y dos hijos.

Los salvajes del otro lado del mundo llegaron a su amado bosque y mientras él estaba de caza, su familia fue aniquilada y su pueblo arrasado por el fuego. Ota Benga fue comprado como esclavo por un hombre encargado de recolectar "pigmeos" para exhibirlos como el eslabón perdido en la Feria Mundial de St. Louis. Con Vermer, su comprador, viajó por todo Estados Unidos.

Después de aquello fue llevado al zoológico del Bronx para ser exhibido todas las tardes de septiembre de 1906. Benga compartía jaula con Dinah y Dohung, un gorila y un orangután respectivamente. Su único disfrute era poder pasearse de vez en cuando por el zoo con cierta libertad y que, a la hora del espectáculo, le proporcionasen su apreciado arco con todo y flechas. ¡Qué ganas de dispararlas contra aquella salvaje multitud! Riendo como hienas, tan absurdas, tan inhumanas. Esas criaturas tan estúpidas que no conocerían lo maravillosa que es la naturaleza, que no oirían nunca el canto de las mujeres, ni entonarán nunca la Canción del Bosque.

Septiembre acabó y con ello llegó su liberación. Algunas personas decentes alzaron su voz contra la humillación y el racismo que estaba sufriendo Benga. Fue llevado a un orfanato y más tarde, en Virginia,  encontró un trabajo en la fábrica local de tabaco.

Vivía más tranquilo y tenía algunos amigos que lo llamaban "Bingo" de cariño, pero no le era posible volver al bosque del Congo. Y lo deseaba con toda su alma. Nunca se acostumbró a la vida tan extraña de la ciudad. Moría por volver al mundo de su infancia, a su gente, a cantar en el bosque y a hablar bantú.

Por eso aquella tarde se despojó de sus ropas y pensó más que nunca en sus ancestros. Se entregó en cuerpo y alma a la ceremonia llamada "molimo" y encendió un fuego a su alrededor. Bailó una danza tradicional, entonó la Canción del Bosque, apretó los puntiagudos dientes y se pegó un tiro que fue directo a su maltrecho corazón.
Ota Benga(el segundo de izquierda a derecha), junto a sus compañeros en la exposición de Louisiana en 1904. 
Autor desconocido

jueves, 14 de marzo de 2013

Akira Yoshizawa, el gran maestro del origami

Hoy recordamos a Akira Yoshizawa, un notabilísimo maestro del origami, que nació y murió un día como hoy, en 1911 y en 2005, respectivamente.
Yoshizawa, a lo largo de su vida, llegó a crear alrededor de 50 mil hermosas figuras e ideó la técnica del plegado en húmedo, consiguiendo con ello unas formas mucho más orgánicas y esculturales. El origami consiste en conseguir figuras sólo a base de plegar papel, sin utilizar tijeras, ni pegamento alguno. 
Yoshizawa es considerado por los amantes del origami como uno de los más grandes y talentosos maestros.

"Cuando las manos están ocupadas, el corazón está en paz." Akira Yoshizawa

Diane Arbus y la belleza monstruosa

Diane Arbus en 1949. Foto: Allan Arbus
Diane Nemerov nació el 14 de marzo de 1923 en Estados Unidos. Su infancia transcurrió bajo el ala protectora de unos padres adinerados. Creció dentro de una burbuja impenetrable, limpia y pulcra, donde no cabía la realidad y  mucho menos la anormalidad, sin embargo tan cotidiana, del exterior.

Diane decidió romper la burbuja, conocer el mundo, pero conocerlo completo, incluyendo los infiernos  donde habitan esos seres alejados de la mano de dios, ocultos e ignorados por la sociedad.

Recorrió las calles de Nueva York y llamaron su atención los borrachos, las prostitutas, los artistas callejeros. Los estudiaba, captaba atenta y asombrada, sus movimientos.

A los 18 años se casó con Allan Arbus, de quien adoptó el apellido, aunque se separaron a finales de los años 50. Juntos se iniciaron en la fotografía, llegando a trabajar para revistas de moda  importantes.

Pero Diane no disfrutaba de ese tipo de trabajos, aburridos, con personas irreales. Ella disfrutaba de la convivencia con esos seres salidos como de una pesadilla o de un cuento de terror. La asombraba la belleza que también aparece en las personas más extravagantes, excéntricas o marginales.

Su trabajo, por tanto, se centró en todos esos personajes que nunca aparecen en las revistas de moda. Se adentró en los bajos fondos de Nueva York y elaboró unos magníficos retratos de enanos, pordioseros, prostitutas, drogadictos, obesos, a quienes veía con una mezcla de sentimientos, en la que cabía el asombro, el temor y también la admiración.

Diane consiguió con sus instantáneas, que todas aquellas personas salieran a la luz, consiguió con sus imágenes mostrar ese otro mundo que la sociedad burguesa siempre ha tratado de esconder.

Desgraciadamente ella misma tenía sus propios monstruos internos que la hacían vivir en un estado de tristeza absoluta. A veces, la euforia ganaba la batalla, pero en 1971 una intensa depresión la orilló a quitarse la vida.
Nos quedan sus maravillosos retratos, que han sido exhibidos en museos de todo el mundo.







martes, 12 de marzo de 2013

Bird Lives. Charly Parker, 12 de marzo de 1955


Charly Parker, foto Herman Leonard
El 12 de marzo de 1955, Charly Parker estaba riendo a mandíbula batiente frente a un programa cómico de la televisión, se reía con la gran intensidad que lo caracterizó durante toda su vida. Todo lo que hizo, lo hizo apasionadamente. Si se trataba de tocar el saxo alto, lo tocaba con fuerza, con violencia. No por nada se dice la frase: "Esto es tan letal como un solo de Charly Parker". Un solo que se clava en las entrañas, que inunda el alma, que avasalla, que arrebata. Charly fue un revolucionario, un genio que cambió el rumbo, para bien, del jazz. Pero si se trataba de deprimirse, también lo hacía con intensidad: un inmisericorde abismo lo absorbía, se lo llevaba lejos y lo obligaba a intentar arrancarse la vida y salir corriendo de su inclemente infierno. Si se trataba de drogas, también le entraba con alegría y con locura. Si se trataba del alcohol, bebía hasta perder el sentido, perder el estilo, perderse el respeto a sí mismo y perder, casi todas las veces, su tan preciado saxo. Lo extraviaba con frecuencia, pero también lo empeñaba. La falta de dinero lo hacía deshacerse de esa extensión de sí mismo para poder satisfacer la violenta demanda de heroína que su cuerpo exigía a gritos. Sin embargo su talento no se apagaba, estallaba aún cuando ese saxo no era otro que un saxofón de juguete y aún cuando su cuerpo apenas podía mantenerse en pie. Un día llegó sin saxofón a un concierto en Canadá, donde tocaría con Dizzy Gillespie, un monstruo de la trompeta. No pudo conseguir un instrumento de verdad, así que se arrancó con un exiguo saxofón de plástico del que salieron las notas más alucinantes que nadie haya escuchado jamás. 
Ese fatídico 12 de marzo, el cuerpo de Charly no pudo más. Estalló en risas para luego salir volando,. Bird desplegó sus alas y abandonó el mundo en el que vivió intensa y apasionadamente durante tan sólo 34 años. 
Lo que nos dejó es eterno. Bird lives. Charly sigue aleteando, Charly sigue aquí agitando almas. Nos sigue acariciando de manera arrebatadora a través de sus grabaciones y lo hace como nadie.
Como nadie conseguirá hacerlo igual jamás. 
Charly Parker, por Herman Leonard, Nueva York, 1949


domingo, 10 de marzo de 2013

Bix Beiderbecke. 10 de marzo de 1903

Bix, se cree que en 1924. Fotógrafo desconocido



Hoy nos transportamos hacia los maravillosos años veinte.
Un día como hoy en 1903 nació el cornetista Bix Beiderbecke. Dicen que fue uno de los mejores solistas del jazz blanco. Desde pequeño amó los sonidos de la Original Dixieland Jazz Band, se hizo con una corneta y empezó a imitar esos sonidos que tanto le gustaban. Su padre trató de evitar su incursión en la música y lo envió a una academia militar, de la que fue expulsado por sus constantes escapadas y sus tremendas borracheras. Casi todas las noches, Bix se escurría del encierro, se plantaba en Chicago y acudía a escuchar a los New Orleans Rhythm King
Nunca más volvió a soltar la música, la corneta lo acompañó durante toda su vida y consiguió tocarla con gran maestría y de manera profesional. Aunque duró poco, desgraciadamente murió en 1931, a los 28 años, viendo elefantes rosas en la soledad de su apartamento de Nueva York como consecuencia de un delirium tremens provocado por su alcoholismo.
Lo traemos con Singin the blues...


miércoles, 6 de marzo de 2013

Gabriel García Márquez, Gabo. 6 de marzo de 1927



...Aracataca, Macondo, Úrsula, Remedios, José Arcadio, un ahogado hermoso: el más hermoso del mundo, la lluvia, esa lluvia eterna que no escampa nunca, los largos cabellos de Remedios, Fermina Daza y sus ojos almendrados, la cándida Eréndira, su abuela desalmada. El amor nunca olvidado de Florentino Ariza, Aureliano Buendía, el insomnio, el olvido, aquél árbol a cuya sombra acogerse, el amor serio del doctor Juvenal Urbino. América Vicuña, la niña, América Vicuña la amante. Los hijos que nacen con colita de cochino, Amaranta. La pobre María que sólo quería hablar por teléfono, la santa que pasea Margarito Duarte en un baúl, bien muerta, pero intacta...

Recordando en palabras sueltas las maravillosas historias que nos contó Gabo, cuánto disfrute, cuánto gozo, palabras que atrapan, que conmueven. Realismo mágico que nos toca siempre el corazón.

Hoy celebramos que Gabo cumple 86 años, aunque dicen por ahí que la lucidez lo está abandonando, una gran desgracia, cuántas historias que ya no nos podrá contar, cuántas palabras que se quedaron sin tejer, deshilachadas, sueltas y abandonadas para siempre.

Miguel Ángel. 6 de marzo de 1475




Hoy se cumplen 538, ¡538! años del nacimiento de Michelangelo Buonarroti, el Miguel Ángel más grande que ha pisado esta tierra. No sólo la pisó, la esculpió con gran maestría. La tierra nos regaló mármol de Carrara y él con su cincel lo transformó en belleza pura. También le sirvió para pintar esos enormes frescos que nos dejan, aún hoy, sin aliento. Será por eso que en la Capilla Sixtina nos arrean, nos apresuran, y no nos dejan contemplar su grandiosa obra por más de cinco minutos. 
En la foto, un detalle del Moisés, magnífica escultura suya en la Iglesia de San Pietro in Vincoli, en Roma